dc.description.abstract | El conocimiento geográfico, en su amplio espectro de posibilidades de estudiar los procesos sociales que se manifiestan espacialmente, dejó de lado, por largo tiempo, que dichos procesos fueran diferentes para hombres y para mujeres; sin embargo, ello fue reconocido a finales del siglo XX gracias a los movimientos de mujeres organizadas que demandaron cambios para dejar claro que los procesos sociales, económicos, políticos, territoriales, ambientales y culturales, no solo evidenciaban y reproducían las diferencias de visión entre los hombres y las mujeres, sino que muchas veces estas diferencias devenían desigualdades que se reproducían y se transformaban espacial y temporalmente.
La geografía, entendida como una ciencia social, reconoció tardíamente, en comparación con otras disciplinas, que no podía hacer a un lado la variable género como un componente de diferenciación social, ya que eran manifiestas las divergencias de interpretación y utilización del espacio entre los hombres y las mujeres, caracterizándose así algunas diferencias y desigualdades espaciales que permitían entender procesos económicos y sociales diversos, dependiendo de si eran los hombres o las mujeres quienes se veían aludidos con estos cambios o bien si eran unas u otros quienes transformaban los espacios de manera permanente y continua, sin olvidar los procesos históricos que les dieron lugar y que se reflejan posteriormente como una visualización de múltiples entornos desiguales. | |